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Evangelio del domingo 12 de febrero: Mateo 5, 17-37

Evangelio del domingo 12 de febrero / VI Domingo Año A: Mateo 5-17

El cumplimiento de la ley

17 “No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; No he venido a abrogarlas sino a cumplirlas.

18 Porque de cierto os digo que hasta que desaparezcan el cielo y la tierra, ni la letra más pequeña, ni el trazo más pequeño de la pluma, de ningún modo desaparecerá de la Ley, hasta que todo se haya cumplido.

19 Por tanto, cualquiera que deje de lado uno de estos mandamientos muy pequeños y enseñe a otros en consecuencia, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos, pero cualquiera que practique y enseñe estos mandamientos, será llamado grande en el reino de los cielos.

20 Porque os digo que si vuestra justicia no supera a la de los fariseos y de los maestros de la ley, ciertamente no entraréis en el reino de los cielos.

Asesinato

21 “Habéis oído que se dijo al pueblo hace mucho tiempo: 'No matarás, y cualquiera que mate será juzgado'.

22 Pero yo les digo que cualquiera que se enoje con un hermano o una hermana estará sujeto a juicio. Nuevamente, cualquiera que le diga a un hermano o hermana, 'Raca', es responsable ante la corte. Y cualquiera que diga: '¡Necio!' estará en peligro del fuego del infierno.

23 “Por tanto, si estás ofreciendo tu ofrenda en el altar y allí te acuerdas de que tu hermano o hermana tiene algo contra ti,

24 deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con ellos; entonces ven y ofrece tu regalo.

25 “Arregla los asuntos rápidamente con tu adversario que te está llevando a juicio. Hacedlo estando aún juntos en el camino, no sea que vuestro adversario os entregue al juez, y el juez os entregue al alguacil, y seáis echados en la cárcel.

26 En verdad les digo que no saldrán hasta que paguen el último centavo.

Adulterio

27 “Oísteis que fue dicho: 'No cometerás adulterio.'

28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

29 Si tu ojo derecho te hace tropezar, sácatelo y tíralo. Mejor te es perder una parte de tu cuerpo, que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.

30 Y si tu mano derecha te hace tropezar, córtala y tírala. Más te vale perder una parte de tu cuerpo, que todo tu cuerpo vaya al infierno.

Divorcio

31 “Se ha dicho: 'Cualquiera que se divorcie de su esposa debe darle un certificado de divorcio.'

32 Pero yo os digo que cualquiera que se divorcia de su mujer, excepto por inmoralidad sexual, la hace víctima de adulterio, y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio.

Juramentos

33 “Otra vez, ustedes han oído que fue dicho al pueblo hace mucho tiempo: 'No rompan su juramento, sino cumplan al Señor los votos que han hecho.'

34 Pero yo os digo, no juréis en ninguna manera: o por el cielo, porque es el trono de Dios;

35 o por la tierra, porque es el estrado de sus pies; o por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey.

36 Y no jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro ni un solo cabello.

37 Todo lo que necesita decir es simplemente 'Sí' o 'No'; cualquier cosa más allá de esto viene del maligno”.

Comentario del Evangelio

Queridos hermanos y hermanas de la Misericordia, soy Carlo Miglietta, médico, biblista, laico, esposo, padre y abuelo (www.buonabibbiaatutti.it).

Hoy comparto con vosotros una breve meditación sobre el Evangelio, con particular referencia al tema de misericordia.

El famoso 'Sermón de la Montaña' del Evangelio de Mateo (Mateo 5-7) es fundamental para nuestra comprensión del cristianismo.

Algunos, como Paul Billerbeck y Benedicto XVI, lo ven en la estela de la gran tradición rabínica. Joachim Jeremias lo encuadra en el pensamiento del judaísmo tardío y ve tres posibles interpretaciones.

El “perfeccionista”: Jesús pide a sus discípulos la observancia radical de la Torá.

El de la “impracticabilidad”, interpretación de la ortodoxia luterana: Jesús quiere hacer conscientes a sus oyentes de su incapacidad para cumplir con sus propias fuerzas lo que Dios exige, y así confiar en una salvación que sólo viene de Dios.

El 'escatológico', que lee en el discurso un conjunto de leyes excepcionales, válidas en tiempos de crisis, en forma de incitación al estiramiento extremo de fuerzas ante la catástrofe.

En cambio, para el rabino Jacob Neusner, Jesús rompe por completo con la Torá, afirmando situarse por encima de ella.

“Jesús supuestamente incluso enseñó a violar algunos de los Mandamientos: el tercero, que ordena la santificación del sábado, el cuarto, el del amor a los padres, y finalmente la prescripción de la santidad.

Jesús pretende tomar el lugar del sábado (cf. Mt 12: “El Hijo del hombre es Señor del sábado”) y de los padres (cf. Mt 8: “El que ama a padre o a madre más que a mí, es no es digno de mí”) y hace que la santidad consista en seguirse a sí mismo” (B. Forte).

Jesús comienza su discurso asegurando que no vino a abrogar la Torá sino a completarla y darle la interpretación última y definitiva, después de la cual no habrá otra.

Mateo escribió su Evangelio para los judíos y, por lo tanto, fue particularmente convincente para explicar esta relación entre la tradición mosaica y la novedad del Evangelio.

Pero para Jesús, la observancia indicada por los teólogos de la época, los escribas y fariseos, no es suficiente: quiere una justicia mayor, más abundante (“perissèuo”: Mt 5), que va más allá de las interpretaciones tradicionales.

Por eso Jesús, en el Evangelio de hoy, presenta cuatro antítesis: “Habéis oído que se dijo a los antiguos: 'No mataréis' (Ex 20; Dt 13).

Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano será juzgado…”.

No es suficiente que Jesús prohíba el asesinato.

Quiere frenar la agresividad inherente al corazón del hombre, extinguir la ira antes de que se exprese en violencia, detener ese parloteo que el Papa Francisco llama “un arma letal, que mata, mata el amor, mata la sociedad, mata la fraternidad”.

Ya los rabinos decían que “el que odia a su prójimo es un asesino”.

Jesús, por tanto, va a la raíz del mandamiento y lo traduce así: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra” (Mt 5, 5); “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11).

La segunda y tercera antítesis se refieren a la sexualidad.

Para Jesús no basta: “No cometerás adulterio” (Ex 20; Dt 14).

Quiere frenar el deseo de posesión, la lujuria por otra persona para tomar posesión de ella.

Todo el cuerpo con su sexualidad debe estar ordenado no al placer egoísta sino al amor, a la relación profunda, al don recíproco.

Por eso Jesús dice, como lo reiterará en Mateo 19:1-19, que Dios no quiere repudio, sino que el amor entre los dos debe ser exclusivo y para siempre.

El pasaje de Mateo presenta, junto al rechazo del divorcio, la famosa incisión que tanto ha suscitado discusión: “El que repudia a su mujer, excepto en caso de porneìa, la expone al adulterio” (Mt 5; cf. 32). :19).

Seguramente porneìa no es concubinato, como lo tradujo la Biblia de la Conferencia Episcopal Italiana de 1971, porque es difícil ver por qué el evangelista debería hacer una excepción específica por algo obvio.

La exégesis más fidedigna actual señala que la incisión de porneìa aparece sólo en el Evangelio de Mateo, quien escribe para los judíos conversos de las comunidades de Palestina y Siria: Continuaron adhiriéndose a las costumbres judías que prohibían el zenut, o “prostitución” según a los escritos rabínicos, es decir, aquellas uniones consideradas incestuosas porque estaban marcadas por un grado de parentesco prohibido en el libro de Levítico (Lv 18, 6-18), como el matrimonio con una madrastra o media hermana, uniones que a menudo se permitían por la legislación romana.

De ahí la conclusión del Concilio de Jerusalén, que estableció la necesidad de que todos se abstuvieran también “de porneìa” (Hch 15), es decir, de aquellas uniones que, aunque consideradas válidas en el derecho romano, debían ser consideradas nula de pleno derecho, por incestuosa, según la legislación judía: en este caso, el cristiano no sólo podía disolver la unión sino que, como no era un matrimonio válido, tenía el deber de deshacerse de ella.

Sería la misma porneìa contra la que Pablo se enfurecería, condenando “a merced de Satanás al que cohabita con la mujer de su padre” (1 Cor 5-1). Aceptando esta interpretación, la Biblia de la Conferencia Episcopal Italiana de 5 traduce porneìa como 'unión ilegítima'.

La cuarta antítesis se refiere a la autenticidad de las relaciones interpersonales. No basta: “No des falso testimonio” (Ex 20-Dt 16). El discurso debe ser siempre claro, hasta el punto de que no es necesario llamar a Dios por testigo: “Que tu discurso sea sí, sí; no no; más es del maligno” (Mt 5).

De este modo la Ley de Dios se hace explícita en su profundidad y radicalidad. Sólo Jesús, el Verbo de Dios hecho carne, podía presentarse como el último y definitivo Moisés.

¡Buena Misericordia para todos!

Quien quiera leer una exégesis más completa del texto, o algún análisis en profundidad, por favor pregúnteme a migliettacarlo@gmail.com.

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