Cuaresma – un tiempo de oración y misericordia
II Domingo de Cuaresma (Mateo 17:1-9)
La transfiguración de Jesús
La dificultad de hacer visible la transformación del aspecto humano de Jesús en su aspecto divino es admirablemente superada por Rafael Sanzio (1483/1520) en esta obra maestra de 1518/20 pintada pocos días antes de su muerte, ahora en la Pinacoteca Vaticana: La Transfiguración. El autor respeta la jerarquía situando en un paisaje natural al fondo a los tres apóstoles, que atónitos se refugian de la luz fuerte y desconocida, más arriba del suelo están Elías y Moisés conversando y más arriba el Redentor, desprovisto de cualquier peso real. hacer
minando la escena. Diferentes fuentes de luz y diferentes efectos de color se destacan por el brillo de la nube detrás de ellas desde la cual se escucha la voz de Dios. Todo transcurre en silencio: la voz de Dios, ciertamente dulce, proclama la divinidad del Hijo. Sólo al final de la transfiguración los apóstoles tendrán la fuerza para hablar.
En cambio, en el Ecce Homo de Antonio Ciseri de 1871 en el Palazzo Pitti todo es conmoción, desorden, gritos y gestos escandalosos. En la Transfiguración es exaltado y glorificado por Dios, delante de Pilato es insultado y condenado por los hombres. También aquí los personajes principales están en el centro, pero dentro de un palacio en una terraza, de espaldas a nosotros. Soldados y matones esperan la sentencia para poder torturar y preparar la crucifixión del condenado. A la izquierda, magistrados y escribas escuchan con indiferencia el discurso de Pilato. Sin emoción, no misericordia o lástima en sus actitudes. En la transfiguración, la luz se unifica y construye las figuras con delicados degradados de color. En la condenación todos están en la sombra, sólo Pilato, con el manto blanco que lo envuelve, está a contraluz mientras señala vigorosamente a Cristo.
La compostura del acontecimiento milagroso, signo de la misericordia de Dios que muestra su transfiguración para que los apóstoles tengan fuerzas para predicar, se contrasta con la petición de misericordia de Pilato, que quisiera salvar a los inocentes. En la transfiguración Jesús tiene un manto blanco que lo cubre por completo, en la condenación está parcialmente cubierto por un manto rojo mientras que su torso descubierto muestra las marcas de la tortura. El rostro de Cristo, enmarcado por mechones de cabello revoloteando, ha perdido su consistencia corporal y mira al cielo, mientras ante Pilato tiene una actitud digna, pero tiene los ojos bajos y no mira a la multitud; ya sabe que el discurso de Pilato será inútil: la numerosa gente que abarrota las calles y las terrazas ya ha tomado una decisión, gritando "crucifícale". Dios misericordioso, hombre despiadado.
Paola Carmen Salamino
concurso de
- Paola Carmen Salamino