Cuaresma – un tiempo de oración y misericordia
III Domingo de Cuaresma
Jesús expulsa a los mercaderes del templo
¿Hay misericordia en la ira de Dios? Ciertamente sí porque Dios es justo y corrige. Defender la Fe y el lugar de culto es un acto de justicia. Cuando Jesús en Jerusalén encontró en el templo, mercaderes, animales y cambistas, volcó sus mesas, tiró el dinero al suelo, los echó a todos fuera del templo diciendo: quitad estas cosas de aquí, no hagáis la casa de mi Padre. un mercado. Varios artistas han ilustrado este episodio del Evangelio y entre ellos se encuentra Gennari Bartolomeo que, en la primera mitad del siglo XVII, colaboró con Guercino, gran artista barroco, en la pintura del lienzo que hoy forma parte del patrimonio del Palazzo Rosso en Génova.
Jesús destaca en la composición llena de personajes con las más variadas expresiones y actitudes, mientras una luz fuerte y cálida realza cada detalle. Su contundente inserción entre los comerciantes se destaca no sólo por su gesto, sino especialmente por el rojo vivo de su túnica y el azul de su manto. Colores que durante siglos han simbolizado la realeza con el rojo y la divinidad con el azul. Sin embargo, el rostro de Cristo conserva cierta serenidad e incluso los vendedores sólo muestran un poco de asombro. Ciertamente el artista quiso mitigar la dureza del momento reconociendo la autoridad de Cristo y la prioridad de la justicia y la corrección. Las vestimentas de los personajes no se corresponden históricamente con la época que vivieron en el momento del episodio, muy probablemente porque, como ocurría en el siglo XVII, la enseñanza que debían recibir era también para el mundo contemporáneo a ellos.
En otro momento de su vida, siempre rica en misericordia, Jesús propone a sus oyentes una perspectiva de gran esperanza. Es JHBloch, pintor danés (1834/1890), quien en el cuadro de Jesús del Sermón de la Montaña de 1877 conservado en el Museo de Historia Nacional de Dinamarca, nos muestra una actitud diferente de Jesús. La escena se desarrolla al aire libre, un cielo despejado, una luz clara y tersa muestra un paisaje con suaves pendientes montañosas que amplían el espacio que rodea el terreno elevado en el que Jesús enseña el camino que debe seguir un cristiano. Habla de las bienaventuranzas y así invita a alegrarse y exultarse porque la recompensa será grande en el reino de los cielos. Cristo tiene la actitud del hablante que señala hacia arriba la voluntad de Dios y el amor al prójimo.
Si en el episodio anterior Jesús rechaza y corrige la actitud equivocada, aquí reúne a su alrededor a la multitud y a sus discípulos para enseñar la ternura de la misericordia de Dios, que trae esperanza y paz al corazón del hombre.
Por tanto, es la misericordia de Dios la que salva al hombre en cualquier forma que se presente.
concurso de
- Paola Carmen Salamino