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Día mundial del enfermo – Estuve enfermo y me visitasteis

Entre las obras de misericordia que la Iglesia nos sugiere realizar está el cuidado de los enfermos

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Valiosos artistas también quisieron expresarse sobre este tema a través de su lenguaje figurativo. El siglo XIX ofrece un panorama rico, a veces desolador, a veces lánguido, de los ambientes y sentimientos que impregnan el alma humana ante los enfermos. De la escuela napolitana a Géricault, que por primera vez destaca las enfermedades mentales y nos presenta sus 19 cuadros donde el enfermo se impone al espectador con su mal insoluble, y nos hace darnos cuenta de que tenemos mucho que aprender.

En el Evangelio leemos que Jesús asiste y consuela a los enfermos, su curación es sanación y nos deja una gran enseñanza con la parábola del Buen Samaritano. No insensible a este tema fue Vincent Van Gogh, quien en el año de su muerte elaboró ​​varios lienzos con temas religiosos. En esta obra de 1890, dos meses antes de su muerte a los treinta y siete años, reconstruye el episodio con numerosos detalles que revelan sus emociones. El hombre en primer plano intenta subir a su caballo a un pobre infortunado, que se aferra a su salvador con un abrazo, mientras que el caballo, pacientemente estable sobre sus patas, también parece seguir este gesto. Al fondo, el camino de tierra, los campos abrasados ​​por el sol y las montañas que no dan continuidad al espacio, cierran el camino por donde el levita y el sacerdote están de espaldas.

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Lo más probable es que sienta al herido y al mismo tiempo se identifique con el salvador que, sin embargo, no logra ayudarse y que aquí también se parece mucho a él en fisonomía. En esta obra Van Gogh según su estilo, utiliza una luz que golpea implacablemente y resulta en una distorsión de los elementos, tanto que expresa la tensión y angustia que vive entre el avance de su enfermedad y la sociedad. Cuando pintó este lienzo, Vicente vivía la fase difícil de su enfermedad, pero su vocación no era la de ser pintor, sino la de estar cerca de los más desesperados, como cuando había trabajado con gran celo entre los enfermos de tifus. La pintura era para él una terapia, las múltiples pinceladas densas con colores contrastantes, las líneas quebradas, generaban esa sensación de desconcierto y transfundían en el lienzo el drama de la vida que luchaba contra la enfermedad.

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Es expresión de la angustia existencial del enfermo que, si no está sostenido por la fe, nunca superará el sufrimiento de la enfermedad, cualquiera que sea. Hoy el hombre tiene gran necesidad de la ayuda de los demás, pero también de la oración y de la palabra de Dios porque asistir a los enfermos es mucho más desafiante porque es parte de la relación que Jesús quiere con su prójimo: Estaba enfermo y me visitaste.

Paola Carmen Salamino

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  • Paola Carmen Salamino

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