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Santo del día 20 de febrero: Jacinta Marto

Uno de los 3 pastores hijos de Fátima Jacinta pasó su vida por la conversión de los pecadores. Entre los videntes reconocidos por la Iglesia

No hay más verdades que desvelar, la historia de la salvación se va cumpliendo cada día con nosotros, pero ya tiene en sí la única revelación que necesitamos por la fe: Jesús muerto y resucitado.

Todo lo demás forma parte de las revelaciones privadas de las que la Iglesia se ha distanciado para evitar las inútiles asechanzas del maligno.

Después de todo, si creemos, no siempre debemos, como Santo Tomás, tocar la fe que nos es suficiente.

Sucedió a tres Pastorcitos, niños, analfabetos con sólo la fe, virtud teologal y don supremo que hay que pedir con oración insistente.

Todos vieron a Nuestra Señora y de diferentes maneras tuvieron santas visiones y revelaciones.

No lo habían deseado, no lo habían pedido y, sin embargo, sucedió.

Y para Jacinta, como muestran los testimonios recogidos para la beatificación y canonización, esto marcó un cambio temprano.

En el AT, la teofanía de Moisés en la zarza ardiente nos hace reflexionar sobre cuánto es Dios que viene a nuestro encuentro, a buscarnos continuamente, y lo está haciendo aún ahora, instantáneamente.

Un poco de la vida de Jacinta Marto entre los Pastorcitos de Fátima

Era la menor de los 7 hijos de Manuel Pedro Marto y Olimpia De Jesús y con su hermano Francisco (que había muerto un año antes y también era santo) y su prima iban a pastar.

Jacinta era uno de esos niños que no podía ir a la escuela.

No estaba protegida por el derecho de todos a la educación: en ese momento y en esos contextos sociales, con un Portugal en crisis política, la niña era así en la vida cotidiana normal, como otros niños en la misma condición.

Sin embargo, debemos señalar con gravedad que el problema de la escolarización y el analfabetismo en la modalidad n aún persiste.

Es un problema porque genera marginación.

El marco simple y esquelético de la fe se lo dio a los dos hermanos Marto (Jacinta y Francisco) su prima mayor, Lucía, quien eligió la vida religiosa.

Tras la visión, al año siguiente, en 1918, enfermó de bronconeumonía y no hubo forma de salvarla, aunque fue llevada al mejor hospital infantil de Lisboa e intervenida por experimentados cirujanos.

La vemos por un breve tiempo, antes de su diagnóstico terminal, de pie en continua adoración y contemplación en el orfanato de la Santísima Virgen de los Milagros.

Conservó durante todo este período de tratamiento, cuidado, siempre, de manera indeleble, esa herida en el lado izquierdo del pecho, casi un tatuaje moderno.

Y esto es lo que se desprende de las actas oficiales del Dicasterio para las Causas de los Santos, que ha procedido a iniciar su canonización en los distintos trámites.

Murió aquel lejano 20 de febrero de 1920, sola, hacia las 10.30 horas en el hospital.

Hoy, sus restos han sido trasladados a la Basílica de la Santísima Virgen del Rosario de Fátima.

Sobre las apariciones de Fátima: ¿qué contó Jacinta Marto?

Para los 3 (los dos hermanos Jacinta y Francisco, su prima Lucía) las apariciones no fueron repentinas sino paulatinas.

En 1916 se produjo la aparición del Ángel de la Paz en tres ocasiones, y en 1917 la Virgen del Rosario se apareció el día 13 de cada mes.

Así que el 13 de agosto fueron encarcelados, pero Nuestra Señora se apareció el 19 de agosto.

Los 3 videntes (y vidente significa ver claro con la luz de la fe) fueron testigos de cosas diferentes.

Francisco, por ejemplo, no escuchó ningún sonido, ninguna palabra de sus santas apariciones: era un contemplativo puro.

Jacinta, en cambio, centró su atención en un mensaje fundamental: la necesidad de ofrecer sus oraciones, sacrificios por la conversión de los pecadores.

Jacinta era compasiva: quería rezar y sufrir por amor.

Sor Lucía también escribe sobre Jacinta, sus palabras, y cree en el valor esperanzador de esta revelación.

¿Por qué estas apariciones? El mundo necesita un signo de esperanza.

No hace falta sensacionalismo sino esperanza y en todo momento.

Sor Lucía lo grita en su carta del 28/02/1943: “No queremos ser una esperanza abortada.

Y no creemos que lo sean, también porque Fátima sigue siendo destino de peregrinos de todo el mundo que necesitan estar en el lugar del misterio.

Pero también nosotros de lejos estamos unidos, en esta comunión mística, en la esperanza.

Como dice el Papa Francisco en su homilía de canonización: “Fátima es sobre todo ese manto de luz que nos cubre, aquí como en cualquier otro lugar de la tierra, cuando nos refugiamos bajo la protección de la Virgen Madre para pedirle, como enseña la Salve Regina: muéstranos a Jesús.

Que María nos ayude a rezar por este mundo tan necesitado.

Hermana Inés Carlone Hijas de María Misioneras

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Fuente

Dicastero delle causa dei santi

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