Santo del día, 13 de septiembre: San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia
Desde joven Juan fue un maestro de la elocuencia y un gran estudioso de las Sagradas Escrituras. Mostró un cariño particular por san Pablo
San Juan, de joven de Antioquía a sacerdote
Juan vivió en el siglo V, nació en Antioquía.
Fue el obispo Fabián quien lo ordenó sacerdote, pero desde sus años de diaconado John demostró de manera indirecta que su habilidad para hablar a la gente acerca de las Escrituras era fuera de lo común.
Previo a esto, el joven también tuvo una experiencia de ermitaño -seis años en el desierto, los dos últimos en una cueva- y esto consolidó en él un carácter de sobriedad que da más fuerza a las palabras que siempre estremecen por su franqueza.
Predica el amor concreto a los hermanos más pobres, llama a los monjes a las obras de caridad ya desligarse del dinero, exhorta a los laicos a evitar la red del libertinaje.
San Juan Crisóstomo, incómodo patriarca de Constantinopla
Hacia los 50 años, en el 397, el gran salto. John está en Constantinopla para suceder al patriarca Nectarius.
Cambio de rol, gran visibilidad, cercanía a la cancha.
El flagelo de la corrupción, que pulula en los palacios del poder bizantino, es fiel a su estilo.
La gente lo ama por eso, sus contemporáneos lo atestiguan.
Quienes empiezan a aborrecerlo cada vez más abiertamente son la nobleza y el clero apegados al privilegio y también el hombre que, en lugar de alinearse con las costumbres del círculo al que se ha unido, lanza desprecios con su lenguaje intransigente.
Liderando la facción contra Juan está el patriarca de Alejandría Teófilo y la emperatriz Eudoxia.
En su ausencia convocan un sínodo que obliga a Juan a exiliarse
Es 403 pero el destierro es de corta duración. Ante la furia del pueblo, Juan volvió a Constantinopla y sus adversarios volvieron a lanzar el desafío.
El 9 de junio de 404, una nueva condena lo aparta del centro del Imperio, el anciano ermitaño se encuentra en una soledad forzada.
Juan 'Boca de Oro', como sería apodado tiempo después, murió en el año 407, en Comana del Ponto, durante uno de los muchos traslados a los que fue sometido.
La sabiduría, corroborada por cientos de escritos, de un hombre y un sacerdote convencidos de que 'en todas las cosas' debe darse la 'gloria de Dios'.
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