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Chiara Corbella Petrillo, la importancia de dejarse amar

Encontrar alegría en medio del dolor: la inspiradora vida de Chiara Corbella Petrillo, un testamento de fe y felicidad más allá de los desafíos terrenales

Muchas veces dejamos que la tristeza se apodere de lo que sucede en nuestras vidas, perdiendo la oportunidad que Dios nos da de ser felices y saborear un pedacito de cielo que ya está en esta tierra. Chiara Corbella Petrillo, sierva de Dios, falleció felizmente al mediodía del 13 de junio de 2012 en la casa de campo de sus padres, donde pasó los últimos meses de su vida junto a sus seres queridos, en primer lugar a su marido Enrico. Chiara no murió serena ni resignada, sino feliz, porque se habían cumplido todas las promesas que Dios le había hecho; de una manera totalmente original, que ella no imaginaba, se hizo realidad lo que su corazón siempre había anhelado, como cuenta el padre Vito D'Amato, su padre espiritual.

Chiara conoció a Enrico por primera vez en Medjugorje en 2002 y sintió en su corazón que estaba frente a su marido; De vuelta en Roma, los dos jóvenes salieron y se comprometieron, pero después de cuatro años de noviazgo su relación se vio puesta a prueba por una crisis que los abrumaría, provocando la ruptura de su historia. La crisis con Henry es, de hecho, síntoma de una inquietud más profunda que experimentará la joven; su fe en Jesús, de hecho, ya no es tan firme como antes, cuando hacía falta poco para entenderse con el Amigo de todos los tiempos. Sin comprender ya cuál es el plan de Dios para ella, Clara pasará por un período de rebelión hacia el Señor, pero no permitirá que el sufrimiento la separe de Cristo. De hecho, Chiara se cuestiona para volver a creer en Jesús, por lo que asiste a un curso vocacional en Asís y, despojándose de sus creencias y expectativas, se entrega completamente a Dios con confianza. Ahora Clare podrá ver en Henry un regalo que acogerá en su vida para siempre.

Después de su matrimonio, celebrado el 21 de septiembre de 2008, Chiara queda inmediatamente embarazada de Maria Grazia Letizia, una niña especial con una grave malformación que no le permitirá vivir después de su nacimiento; sin embargo, Chiara acoge a su hija como un regalo del Señor y junto a Enrico la acompañarán durante esos pocos minutos que vivirá, hasta ascender al cielo, transformando ese dramático momento en un tiempo de paz y alegría del corazón. Lo mismo ocurre con el nacimiento de su segundo hijo, David John, definido por los médicos como incompatible con la vida, a quien los jóvenes padres acogen con mucho amor, abrazando su fragilidad. Más tarde, Chiara, nuevamente embarazada de un bebé sano, descubre durante el embarazo que tiene un carcinoma en la lengua, que trata sólo parcialmente para proteger la vida del bebé Francis; tras el nacimiento de su tercer hijo, el 30 de mayo de 2011, retoma el tratamiento, pero sin vencer el tumor que se ha extendido.

La noche antes de su muerte, Clara, radiante a pesar de sus 40 libras de peso, participa en su última celebración eucarística y agradece al Señor por la gracia que está experimentando; su luz emana de Cristo, luz del mundo, que brilla desde el candelabro de la cruz. Como ella misma dice, “lo importante en la vida no es hacer algo, sino nacer y dejarse amar”, Clara, que se reconoce hija de Dios, se dejó amar completamente, para poder disfrutar plenamente de la vida que le ha sido dada y dejar a quienes ama, la serenidad de seguir dejándoles disfrutar de la vida tal como la vida se presenta y se cumple. Sólo la fuerza del corazón de una mujer puede realizar este milagro de entrega absoluta por los demás.

Fernanda Carastro

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  • Fernanda Carastro

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