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Santo del día 7 de enero: San Raimundo de Peñafort

Sacerdote de la Orden de Predicadores, San Raimundo de Peñafort fue un gran canonista, por lo que se le invoca como protector de los juristas.

Se dedicó a la formación de misioneros.

Como General de los dominicos recorrió Europa, cuidando las numerosas casas de la Orden.

La historia de Raimundo

San Raimundo nació en 1175 en Peñafort, Cataluña.

La suya era una familia noble adinerada. Estudió filosofía y retórica en Barcelona, ​​luego se trasladó a Bolonia donde se licenció en derecho y se convirtió en profesor de derecho canónico.

Unos años más tarde, el conde de Barcelona Berenguer IV, viajando a Italia, le propuso a Raimundo que fuera profesor en el seminario que quería establecer en su diócesis.

Así Raimundo regresa a Cataluña y, cuatro años más tarde, en 1222, se hace dominico.

Un año más tarde, con la ayuda del futuro san Pedro Nolasco, fundó la Orden de los Mercedarios, con el fin de redimir a los esclavos cristianos, y escribió una guía para sacerdotes confesionales.

El Papa Gregorio IX encomienda a Raimundo una ardua tarea

Quizá hubiera prescindido de él, pero no se le puede negar al Papa. El aprecio de Gregorio IX por la perspicacia jurídica de Raimundo fue tan grande que decidió confiarle una enorme tarea, la de recopilar todos los actos emitidos por los Papas en materia disciplinaria y dogmática, respondiendo preguntas o interviniendo sobre cuestiones específicas.

La tarea era poner en orden una enorme masa de textos, un conjunto centenario de decisiones más o menos importantes, pero Raimundo tiene éxito en la empresa, tanto que Gregorio IX, como recompensa, le ofrece convertirse en arzobispo de Tarragona. .

Raimundo se negó, sin embargo, porque era un fraile dominico y deseaba seguir siendo un simple fraile.

Afectado por una enfermedad, vuelve a su primer monasterio ya una vida retirada.

Para Raymond aún no es hora de descansar

En 1238 sus hermanos dominicos insisten: quieren que sea el Maestro General de la Orden y Raimundo debe aceptar.

Es el tercer general de los dominicos, después de Domingo de Guzmán y Jordán de Sajonia.

En su nuevo papel emprende un viaje y, todavía a pie, recorre toda Europa visitando una casa dominicana tras otra.

La actividad lo agotó y, a los setenta años, dejó el cargo y volvió a lo que más le atraía: la oración y el estudio.

Entonces se preocupó particularmente por la formación de los nuevos predicadores de la Orden, que se difunde en Europa.

Raimundo estaba convencido de que, como misioneros, sus hermanos deben poder acercarse, interesar y convencer a la gente a la que quieren anunciar a Cristo.

Por lo tanto, la Orden debe dotarse de todas las herramientas culturales indispensables: por ejemplo, se necesitaban textos adecuados para la discusión con eruditos de otras religiones, y él se comprometió a prepararlos.

Era necesario entonces conocer de cerca la cultura de aquellos a quienes hemos de llevar el Evangelio: Así, Raimundo estableció una escuela de hebreo en Murcia, en España, y una de árabe en Túnez.

La muerte le alcanzó, cuando tenía 100 años, el 6 de enero de 1275 en Barcelona.

Se dice que durante su funeral ocurrieron muchos milagros.

Fue santificado en 1601 por el Papa Clemente VIII.

Hoy sus restos mortales se guardan en la catedral de la capital de Cataluña.

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Fuente:

Noticias del Vaticano

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